La Comunidad de Regantes El Fresno (1993-2018) acaba de cumplir 25 años. Hace un tercio de siglo, la sequía y la falta de recursos hídricos, que obligó a abandonar cultivos, llevaron a un grupo de unos siete agricultores a dar un paso al frente y empezar a poner las piezas de lo que hoy es una comunidad de regantes fuerte y en crecimiento.
“En el año 1993 nos tachaban como a Juan Ramón Jiménez, de locos”. La locura de un grupo de agricultores valientes fue el germen de la actual Comunidad de Regantes El Fresno, que ha celebrado sus 25 años de historia. Echamos la vista atrás para recordar sus primeros pasos, sus sinsabores y victorias de la mano de la persona que ha estado al frente de ella desde su nacimiento, Ángel Gorostidi. “La Comunidad de Regantes nace como consecuencia de una sequía muy preocupante, con la que perdemos el 30 % de los cultivos de Moguer, que tuvieron que abandonarse por la falta de agua”. Lejos de quedarse sentados, lamentándose por la situación, “un grupo de agricultores, unos siete, hablamos con el Ayuntamiento de Moguer para que nos apoyara y ayudara a ir a buscar agua donde había”. Ese lugar no era otro que, según explica Gorostidi, “la cruz del término entre Moguer y Palos, los depósitos de Valdemaría”.
Esos depósitos funcionaban para dotar de agua de uso doméstico a Moguer y a otras poblaciones cercanas. De las 24 horas del día, los depósitos de Valdemaría estaban en funcionamiento un total de 18 horas al día, en verano, y 12, en invierno. “Los agricultores podíamos aprovechar los bombeos de agua de seis horas al día, en verano, y 12 horas diarias, en invierno”. Ese fue el primer logro de la actual Comunidad de Regantes El Fresno. Para aprovechar estos bombeos para el riego, “construimos una balsa de unos 18.000 m3 de agua, una balsa relativamente pequeña para las infraestructuras que tenemos hoy”, rememora el presidente de la Comunidad de Regantes, que recalca que el fin de esta balsa era “almacenar las horas de agua que no se usaban para consumo doméstico”.
Pronto, la Comunidad fue poniendo en marcha su red de distribución de agua, la que hoy es la más importante del Condado. Entre esos primeros trabajos estuvo “la creación de una estación de bombeo que llevaba el agua directamente hasta Montemayor, a una primera balsa que teníamos allí. Desde ahí, según las necesidades, desde esas dos balsas iniciamos un proceso de distribución del agua, con una red de tuberías muy pequeñita, hacia la zona de El Fresno”. Por eso, aclara Gorostidi, “la Comunidad de Regantes se llama así”. Estos trabajos le permitieron regar sus primeras 300-400 hectáreas de frutos rojos.
Primeras ampliaciones de la Comunidad.
“Desde nuestro nacimiento hasta hoy hemos estado constantemente realizando obras de mejora, con el objetivo de seguir estando en la vanguardia y ofrecer el mejor servicio”, apunta Gorostidi, que recuerda que tras esas primeras hectáreas regadas por El Fresno se fueron iniciando nuevas infraestructuras. “Giahsa hizo la Estación de Tratamiento de Agua entre Palos de la Frontera y Mazagón y se abandonaron los depósitos de Valdemaría, por lo que pudimos ir cogiendo mayor cantidad de agua para el regadío”. El Anillo Hídrico, proyecto incluido en el Plan Hidrológico Nacional y activado en el año 2004, permitió garantizar el suministro de agua superficial para los usuarios de Huelva capital, municipios de la zona, la industria y 7.000 hectáreas de regadío del entorno. Con una inversión de 43,7 millones de euros, “el Anillo Hídrico aumentó considerablemente la cantidad de agua que podíamos usar, una cantidad que ha ido aumentando hasta llegar al día de hoy, cuando tenemos una capacidad de transporte de unos 3.000 litros/segundo hacia las balsas de Montemayor”.
Entre las primeras acciones de la Comunidad de Regantes El Fresno estuvo el ir haciéndose fuerte, creando a su alrededor una serie de infraestructuras, como balsas y depósitos de agua, para poder atender a sus comuneros en época de escasez, teniendo siempre en mente el origen de esta Comunidad de Regantes. “Almacenábamos el agua en la época en la que menos falta hacía a la agricultura. Teníamos que hacer como las hormiguitas, ir guardando agua en invierno para poder suministrarla después en primavera”.
Esa previsión y trabajo constante le ha hecho contar hoy con “la capacidad de almacenaje en balsas de riego más alta que cualquier otra comunidad de regantes. En total, seis balsas de riego que dan un volumen de agua muy cercano a los 800.000 m3 de agua embalsada”. Cada vez que El Fresno tenía mayor cantidad de agua disponible para distribuir entre sus comuneros “íbamos ampliando las redes de distribución hasta completar, entre redes nuestras y de los agricultores, unos 300 kilómetros de tuberías”. Actualmente, El Fresno tiene capacidad para suministrar agua a 4.500 hectáreas de regadío.
La aventura de un puñado de locos.
Los inicios de El Fresno no fueron fáciles. La necesidad que tenían de disponibilidad de agua para el riego no parecía ser, en sus comienzos, motivo suficiente para apoyarla. Según recuerda Ángel Gorostidi, “costó mucho hacerlo entender al agricultor” y añade que fueron “una serie de locos los que hicimos una primera inversión de 8 millones de pesetas (48.000 euros) para empezar a ponerse en marcha sin garantías de nada”.
Esos siete agricultores iniciales fueron aumentando poco a poco “pero la confianza en nosotros era tan débil que venían para sumarse al proyecto, sin confiarnos todas sus hectáreas, sino que estaban de forma testimonial para ver cómo funcionaba la comunidad, siempre sin arriesgar mucho”.
Según rememora el presidente de El Fresno, en los inicios “pedíamos 200.000 pesetas por hectárea al agricultor y no vinieron en masa, lo que significaba que no confiaban mucho en el asunto, pero tampoco querían dejarlo pasar por si funcionaba”. Ese fue un error para la Comunidad, “un sistema con el que nos dolió mucho la cabeza años más tarde, porque cuando vieron que funcionó querían sumar hectáreas y desde El Fresno no teníamos potencial de red de tuberías para atender toda la demanda. Lo lógico hubiese sido apuntarse al 100 % desde el principio y haber dotado a la Comunidad de Regantes de una capacidad fuerte desde el inicio”.
Esto les hizo aprender y, años más tarde, “en Malvinas pedimos la obligatoriedad de asociar a la Comunidad de Regantes el 100 % de las hectáreas de regadío, por lo que tenemos desde 2005 la zona cubierta al completo, sin tener que hacer ampliaciones”. En el otro lado, en la Administración encargada de hacer llegar el agua, la impresión que se tenía de este grupo de agricultores no era muy diferente. A juicio de Gorostidi, “porque estábamos haciendo una inversión de ocho millones de pesetas en una red de tuberías sin tener concesiones de agua. Hicimos una balsa en Valdemaría, otra en Montemayor, una red de 11 kilómetros de tuberías desde Valdemaría a Montemayor sin tener concesión de agua”.
En esos primeros años, “vivíamos de la caridad que nos daba el Distrito Hidrológico Tinto, Odiel y Piedras (antes, Confederación del Guadiana), que nos dejaba lo que sobraba del consumo humano. Bajo esa base, es verdad que hicimos la locura de realizar una inversión a cambio de no tener seguridad de nada”. Recuerda Gorostidi que “la credibilidad frente a las administraciones, al inicio, fue mínima” y que cuando la Comunidad fue creciendo, con una red de infraestructuras fuerte ya montada, en 2001, la Confederación Hidrográfica del Guadiana constituye legalmente a El Fresno como Comunidad de Regantes, antes que eso, El Fresno trabajó muchos años como una comunidad en constitución. A partir de 2001 “es cuando comienzan a tomarse en serio El Fresno y hoy en día hablamos de una forma muy diferente de la comunidad”, reflexiona Gorostidi, que añade que “quizá seamos la asociación de regantes más conocida de la provincia, por los proyectos que hemos abanderado, como la Impulsión de El Fresno, la modernización de los regadíos en el Guadalquivir…”
Retos por delante.
Tras 25 años de proyectos y avances, a El Fresno se le abre por delante un futuro esperanzador, lleno de nuevas aventuras, como la evolución de la nueva Comunidad de Regantes El Fresno Guadalquivir, entre otras. “Nuestro reto fundamental es consolidar el trasvase de 15 hm3 en el Guadalquivir y optimizar aún más el uso del agua en el Distrito del Tinto, Odiel y Piedras”. Además, se ha planteado “conseguir unos precios más bajos de la electricidad, el segundo mayor coste de una comunidad de regantes, después del pago de la tasa del agua”.
Concienciados por la importancia de cuidar el agua y optimizar al máximo este recurso, en El Fresno “damos el agua de noche, para evitar la evaporación, y el agricultor riega por goteo. Se dan riegos cortos, para que el agua no baje más de lo necesario en el suelo…”. Según ha reflexionado Gorostidi, “el agua es escasa y lo será aún más de aquí a unos años, siendo el elemento de mayor conflicto entre territorios en un futuro próximo”.
En estos 25 años “quizá hubiéramos podido hacer algunas cosas de forma diferente pero lo más importante se ha hecho bien, porque hemos sido constantes, directos y trabajadores”.
25 años de lucha
Ángel Gorostidi lleva al frente de la Comunidad de Regantes El Fresno 25 años. La ha visto crecer y ha luchado por ella y con ella para consolidar los regadíos en El Condado. Su objetivo, y el de otros agricultores de Moguer para traer el agua superficial al entorno, se ha cumplido, pero, además, han ido naciendo otros, por los que lucha y toma como suyos hasta verlos hechos realidad. “En estos 25 años he luchado siempre para tener el mejor resultado para el agricultor y para la Comunidad de Regantes”, al tiempo que asegura que la ha puesto incluso “por delante de mis aspiraciones personales, de conflictos, etc. Todo lo que he hecho ha sido, primero, pensando en el comunero y no en mi persona”. ¿Qué ha aportado a esta Comunidad de Regantes? –le preguntamos– “He luchado mucho por esta comunidad, he querido el bien para los agricultores y me he considerado responsable de la Comunidad de Regantes para lo bueno y para lo malo”. Lo que él se lleva de estos 25 años, concluye: “Satisfacción personal”.